En estos momentos quisiera dormir las ocho horas seguidas que debería. Pero no, ¡imposible!
Las obligaciones de cada día (al menos las mías) lo impiden.
Que falta un trabajo, que no me gusta el borrador, que quiero cambiarlo. Analizo todo, lo pienso, lo reveo. Me faltan otros y otra vez... lo mismo.
La sensación de querer hacer las cosas bien también tienen su contra. El desgaste físico y mental, perderse momentos con afectos, dormirse en horas indebidas, parecer cansada.
Luego ves a los demás (no a todos claro), mirar pasar la vida como si fuera de diez, cero preocupaciones.
Entonces, está la pregunta ¿vale la pena tanto esfuerzo?
Si, vale la pena. Lo que no, es dedicarle tiempo de más.-
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